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Ali, a sus tres años de fallecido, sigue siendo el más grande

Carlos Nina Gómez/www.elcaribe.com.do

SANTON DOMINGO, RD.- Muhammad Ali colgó los guantes con marca de 56-5 tras perder su último combate en 1981 ante el jamaicano Trevor Berbick.

Sí, él sigue siendo El más Grande boxeador de la singular historia del boxeo mundial. Sí, Muhammad Ali, además de haber sido un púgil que marcó la estelaridad en los ensogados, impuso su léxico (único) en el todo el orbe del deporte mundial.

Sí, Ali está muerto, es innegable. Hoy, tres de junio, se cumplen tres años de abandonar este pícaro mundo. Su ida se registró el tres de junio de 2016. Sí, afectado por la terrible enfermado del Mal de Parkinson -que le comenzó en 1984, según los reportes médicos, ya no respira. Está muerto, pero su legado sigue y es un inmortal del universo deportivo.

Cassius Marcellus Clay, su nombre original, nació el 17 de enero de 1942 en Louisville, Kentucky. Tras su fallecimiento, el mundo se conmovió. La tristeza se expandió por todos los estratos. Sus millones de seguidores lloraron su partida. La prensa mundial, con los medios noticiosos de EE.UU. a la vanguardia, reseñaron su muerte y recordaron su historia, en especial sus espectaculares victorias, pero, además, la forma cómo manifestaba estar sus sentimientos.

Su historia comenzó cuando en los Juegos Olímpicos de Roma (1960) le entregó a la patria de Abraham Lincoln y George Washington la medalla de oro el que atrapó como peleador de la categoría de los pesos semicompletos (175 libras).

Fue un trascendental momento, celebrado por los cientos de millones de estadounidenses y que constituyó un ente icónico para el movimiento deportivo amateur de la tierra del Tío Sam.

Devastó a quien era “invencible”

Cuatro años después de adueñarse del metal dorado, en las Olimpíadas Roma-1960, este imberbe púgil se atrevió a desafiar a un anestesiantes pegador de nombre Sonny Liston, quien estaba calificado como un monstruo de las cuerdas y que, “no caer derrotado” por ningún improvisado rival.

El improvisado de entonces, con apenas 22 años, retó a Liston. El 25 de febrero de 1964, el mundo del boxeo amaneció con la noticia de que había caído, en el séptimo round, el campeón de los pesos completos.

Nadie lo creía. La exigente prensa especializada comenzó a publicar lo que todos esperaban: Una pelea de revancha porque “en un segundo combate “el joven parlanchín iba a ser masacrado”. Venía la venganza de “El Oso Negro”, mote con el que bautizaron a Linston.

¿Y qué ocurrió en la revancha? Llegó un acontecimiento más dramático (fecha: 25 de mayo de 1965) que el registrado en el primer match: Liston fue pulverizado en menos de tres minutos. Liston, con esa humillante derrotad, fue desapareció del mapa boxístico.

Salió airoso en importantes combates

La singularidad histórica de Ali, quien, asimismo, fue declarado (por un panel de periodistas de agencias de noticias, de periódicos, revistas, programas de radio y televisión) como el atleta más grande del siglo XX que ganó las más importantes peleas.

Salió airoso en los combates que nadie creyó que ganaría y quedó demostrado, en los hechos, que cuando ya no estuviera en el espacio terrenal, lo iban a recordar como el más grande.

Este trabajo fue publicado por el periódico matutino el Caribe, escrito por el reputado periodista Carlos Nina Gómez.

 

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