Ivelise Gabriel una magistrada con alma
POR LUIS CIPRIAN
LA ROMANA, RD.– En una sociedad donde la indiferencia muchas veces gana terreno, hay personas que, con su ejemplo y entrega, reafirman que la justicia también puede ser sinónimo de humanidad. Una de esas fig uras es la magistrada Ivelise Gabriel del Rosario, procuradora fiscal del Tribunal de Niños, Niñas y Adolescentes de La Romana, quien ha convertido su trabajo en una auténtica cruzada por la protección y dignidad de la infancia.
Trabajar con menores en conflicto con la ley o en situación de vulnerabilidad no es tarea sencilla. La magistrada Gabriel del Rosario enfrenta cada día una realidad marcada por la pobreza, el abandono y la descomposición social, pero lejos de rendirse, ha hecho de estos desafíos una razón más para seguir luchando. Con firmeza, empatía y una vocación indoblegable, ha logrado sacar a muchos niños y adolescentes de las calles, apartándolos de entornos degradantes donde la violencia y las drogas parecían ser el único destino posible.
Su labor no se limita al ámbito judicial. La procuradora ha impulsado programas de orientación, acompañamiento y reintegración social, convencida de que detrás de cada joven en conflicto hay una historia que merece ser escuchada y transformada. Su visión humanista de la justicia la distingue: no se trata solo de sancionar, sino también de rescatar, educar y dar oportunidades a quienes más lo necesitan.

No obstante, su mano firme también se hace sentir cuando se trata de proteger a los más vulnerables de los depredadores sociales. La magistrada ha encabezado procesos contundentes contra violadores y tratantes que, aprovechando el descuido o la desesperación de algunos padres, intentan convertir a menores en mercancía. En cada caso, su mensaje ha sido claro: en La Romana, los delitos contra la niñez no quedarán impunes.
Pese a su juventud, Ivelise Gabriel del Rosario acumula más de dos décadas de servicio, una trayectoria que habla de compromiso, coherencia y entrega. Su carrera en el Ministerio Público es ejemplo de perseverancia y ética, dos valores cada vez más escasos en los tiempos que corren. Su presencia en los tribunales es símbolo de esperanza para quienes aún creen que la justicia puede tener rostro humano.
Es por ello que La Romana, y por extensión el país, tiene una deuda moral con esta magistrada que ha dignificado su función. Su labor ha contribuido no solo a rescatar a decenas de jóvenes, sino también a sembrar conciencia en una sociedad que a veces olvida la importancia de proteger a su infancia. En cada niño que hoy sonríe, en cada adolescente que retomó sus estudios, hay una huella de su trabajo silencioso pero transformador.
Cuando llegue el momento de escribir la historia del Ministerio Público en esta provincia, el nombre de Ivelise Gabriel del Rosario deberá ocupar un lugar destacado, grabado con tinta dorada. Porque su vida y su servicio demuestran que la justicia no solo se ejerce desde los estrados, sino también desde el corazón.






