EditorialNacionales

La gratitud: un tesoro olvidado en la vida moderna

POR FREDDY NÚÑEZ JORGE

SANTO DOMINGO, RD.- En un mundo marcado por la prisa, la competencia y la constante búsqueda de más, solemos pasar por alto un recurso interior que podría transformar nuestra forma de vivir: la gratitud. No se trata solo de dar las gracias por cortesía, sino de cultivar un estado de reconocimiento profundo hacia lo que tenemos, lo que somos y lo que recibimos día a día, aun en lo pequeño.

La gratitud nos recuerda que nada es totalmente obvio ni garantizado. El aire que respiramos, la comida que llega a nuestra mesa, la compañía de una persona que nos escucha o incluso un instante de calma en medio del caos, son regalos que muchas veces damos por descontado. Cuando reconocemos su valor, la vida deja de sentirse escasa y comienza a mostrarnos su abundancia.

Además, agradecer fortalece nuestros lazos humanos. Un “gracias” sincero abre puertas, sana heridas y construye confianza. En contraste, la ingratitud genera distancias, resentimientos y frialdad. El agradecimiento no es debilidad, sino una fuerza que eleva a quien lo ofrece y a quien lo recibe.

La ciencia también respalda esta virtud. Numerosos estudios han demostrado que las personas agradecidas suelen tener mejor salud mental, menos niveles de estrés y mayor satisfacción en la vida. Practicar la gratitud es, en cierto modo, un ejercicio de higiene emocional que nos protege del pesimismo y nos acerca a una visión más equilibrada de la realidad.

Por supuesto, agradecer no significa ignorar las dificultades. La vida está llena de retos y pérdidas, pero incluso en medio del dolor, la gratitud puede ser un refugio. Reconocer lo que aún permanece, lo que aprendemos de la adversidad o lo que otros nos brindan en momentos duros, nos permite mantener la esperanza y la fortaleza.

Por todo ello, cultivar la gratitud es más que un gesto: es una filosofía de vida. Si cada uno de nosotros hiciera el esfuerzo consciente de agradecer un poco más, no solo experimentaríamos un cambio interior, sino que contribuiríamos a crear una sociedad más humana, más justa y más empática. En tiempos de crisis y descontento, pocas herramientas son tan poderosas como un corazón agradecido.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba