Jill Biden, profesora podría convertirse primera dama EEUU y seguir dando clases
WASHINGTON, EE.UU, Yahoo/Noticias.- Jill Tracy Jacobs Biden, esposa del exvicepresidente y candidato presidencial del Partido Demócrata Joe Biden, podría convertirse en la próxima primera dama de Estados Unidos si su esposo gana las elecciones del próximo 3 de noviembre.
De ser así, la maestra de 69 años tendría un perfil singular y, posiblemente, un rol y actividades diferentes a lo que se ha visto en otras esposas de presidentes estadounidenses.
Por ejemplo, ella es profesora en activo y se propone continuar con su trabajo si se muda a la Casa Blanca. Jill tiene una formación académica amplia, con una licenciatura (Universidad de Delaware), dos maestrías (Universidad West Chester y Universidad Villanova) y un doctorado (Universidad de Delaware) y durante más de 10 años dio clases de inglés a estudiantes de high school. Luego, entre 1993 y 2008 dio clases de inglés y escritura en el Colegio Técnico Comunitario de Delaware y también dio clase a adolescentes con problemas emocionales en un hospital psiquiátrico.
Jill Biden es la segunda esposa de Joe Biden. A finales de 1972, la primera esposa de Biden y su pequeña hija fallecieron en un accidente automovilístico. Sus otros dos hijos sufrieron lesiones pero sobrevivieron. Años después, Joe y Jill se conocieron y se casaron en 1977 y ella asumió el papel de madre de los dos hijos del entonces senador. Además, ambos tienen una hija juntos y, también, cinco nietos. Ella también tuvo un matrimonio previo, que terminó en divorcio en 1975.
Jill fue clave para que Joe reconstruyera su vida afectiva y su propia familia después de la tragedia que le arrebató a su primera esposa y a su hija, y Jill asumió como propios a Beau y Hunter, los hijos de Joe. En 2015 la tragedia los golpeó de nuevo, con la muerte de Beau, a los 46 años, a causa del cáncer.
En ello Jill ha compartido con su esposo Joe el dolor de esas pérdidas y una empatía hacia el sufrimiento que resultará invaluable en la Casa Blanca, sobre todo cuando el país afronta el rigor de una pandemia que ha causado ya más de 200,000 muertes.
Cuando su esposo llegó a la vicepresidencia, Jill no dejó su actividad profesional, como ha sido lo usual en el caso de otras primeras y segundas damas. Desde 2009 es profesora de inglés en el Colegio Comunitario del Norte de Virginia y, al hacerlo, posiblemente fue la primera segunda dama en tener un trabajo remunerado mientras su esposo era vicepresidente.
También ha estado vinculada a iniciativas de promoción de la lectura, de lucha contra el cáncer de seno y, durante su etapa como segunda dama, desarrolló programas para promover el acceso a los colegios universitarios comunitarios y para apoyar a las familias de militares. Ella misma vivió en carne propia el tener a un hijo, Beau Biden, en las filas militares y asignado a una misión en Irak.
Con todo, una de sus roles más significativos ha sido el apoyo que le ha brindado a su esposo durante las diferentes campañas electorales en las que él ha participado, sobre todo en sus dos primeros intentos por lograr la candidatura presidencial demócrata, en 1988 y 2008, que resultaron infructuosos y, nuevamente, en 2020 durante la primaria que Biden ganó y en la presente campaña por la presidencia.
Incluso ha sido clave para que su marido no compita por la presidencia. Como se relata en The Washington Post, cuando líderes demócratas acudieron a su casa en 2003 para convencer a Joe de que se postulara, ella se apareció en bikini con la palabra “No” escrita en el estómago.
En 2016, cuando su esposo optó por no contender por la presidencia, en parte por la reciente muerte de su hijo Beau en 2015, la cohesión familiar centrada en Jill fue, presumiblemente, crucial en esa decisión.
Así, aunque su esposo ha participado en tres contiendas primarias presidenciales, una elección general como candidato vicepresidencial y ahora una como candidato a la presidencia, si él gana la contienda su esposa Jill se convertiría, posiblemente, en una de las primeras damas que más trabajaron y se opusieron, en momentos diferentes, a esa posibilidad.
En el presente ciclo electoral de 2020 su papel, según analistas, ha sido mayor que en contiendas anteriores, pues el candidato consulta constantemente con ella y la ha hecho parte de actividades y decisiones clave.
Por ejemplo, Jill tuvo un papel muy activo en la selección de quién asumiría la candidatura a la vicepresidencia, que su esposo había prometido sería una mujer. Jill participó en la selección de las aspirantes hasta lograr una lista de 11 que fueron entrevistadas directamente por Joe, y ella fue también quien al final, cuando Kamala Harris fue seleccionada, comunicó la decisión de su esposo al grupo de notables demócratas que integraron el comité de selección.
Además, dado que la pandemia de covid-19 ha reducido sustancialmente los eventos públicos de la campaña de Joe, es Jill quien ha acompañado en casa a su esposo en las numerosas labires de conducción y decisión de su campaña.
De acuerdo al Post, ella también realiza actividades en paralelo, se reúne vía videoconferencia con políticos y personalidades para tratar asuntos de campaña y de programas de acción y luego reporta e interactúa con su esposo al respecto. Dado el confinamiento durante la pandemia, varias de las tareas que en una campaña “normal” las realizarían personal y oficinas de campaña, han sido compartidas en casa por Jill en apoyo de su esposo.
Jill Biden mantiene, así, un papel dinámico, lo que ella se plantea mantener si su esposo gana las elecciones, tanto en lo profesional como en su actividad de primera dama. En algo que será prácticamente inédito, si se transforma en primera dama ella se propone continuar dando clases en su colegio universitario y, en paralelo, ella podría también tener un rol intenso en la Casa Blanca. Algunos, de acuerdo al Post, creen que ella sería una combinación entre Eleanor Roosevelt, Hillary Clinton y Michelle Obama, tres diferentes pero en sus respectivos casos muy activas primeras damas.
Michelle Obama, se comenta, recuerda que Jill Biden, durante las giras conjuntas que ellas realizaron durante su tiempo en la Casa Blanca, estaba continuamente evaluando trabajos escolares.
“Jill está siempre calificando trabajos… Lo que es chistoso porque yo me había olvidado que ‘¡oh, sí, tú tienes un empleo!’. Y ella entonces saca los papeles escolares y ella es tan diligente que yo [le digo] ‘¡mírate, tú tienes un empleo! ¡Dime, dime como es eso!”, contó Michelle Obama, fascinada ante lo inusual de que la esposa de un vicepresidente trabajara fuera de la Casa Blanca, según narró CNBC.
Esa dicotomía persistirá si Jill se convierte en primera dama, aunque al parecer la cantidad de clases que ella impartirá será menor que las que había dado hasta antes de la pandemia. Y las actividades como primera dama –máxime si en efecto se vuelve una combinación de Roosevelt, Clinton y Obama– será presumiblemente intensa.
En el país que emergerá de las elecciones del 3 de noviembre, con enormes tensiones sociales y políticas y el duradero golpe del covid-19, muchos creen que en la Casa Blanca se requerirá una primera dama activa tanto en labores de reconciliación como de acción en beneficio de las comunidades.
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