Todos miran a Siria en Oriente Medio

EFE
Madrid.- La caída del régimen de Bachar al Asad y la llegada al poder de los islamistas y fuerzas rebeldes en Siria recompone la realidad del país y plantea un nuevo escenario también para los países de la región y la comunidad internacional.
Turquía
Turquía se ubica en el bando ganador del conflicto de Siria, ya que la principal fuerza de choque que ha desencadenado la caída de Al Asad son las milicias islamistas Haiat Tahrir Sham (HTS), que en los últimos años dominaron la provincia de Idlib en el noroeste del país, bajo tutela militar turca.
Si bien no está claro hasta qué punto el HTS seguirá haciendo caso a sus protectores una vez que forme parte de las estructuras de poder en Damasco, la influencia de Ankara, especialmente en el norte del país, será fundamental, también por su capacidad económica.
El rompecabezas para Turquía es ahora cómo acabar con el dominio de las milicias kurdosirias en el noreste del país, hasta ahora respaldadas por Estados Unidos, sin arriesgarse a una nueva guerra civil que interrumpiría una transición que Turquía quiere rápida y respetuosa con los derechos de las minorías.
Rusia
Rusia, el gran defensor del régimen sirio junto a Irán, ha demostrado su incapacidad para combatir en dos frentes al mismo tiempo. La actual ofensiva rusa en el Donbás exige grandes inversiones en dinero, hombres y armamento. Por ello, el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, ha tenido que sacrificar a Al Asad.
El mayor riesgo para Rusia es, no obstante, no tanto la caída del régimen como la pérdida de sus bases militares en el país árabe. El Kremlin se mostró el lunes dispuesto a sentarse a negociar el futuro de dichas instalaciones con las nuevas autoridades.
En juego está, ni más ni menos, que la presencia de la Armada rusa en el mar Mediterráneo, ya que el Tratado de Montreux impide el tránsito de los buques rusos por el Bósforo hacia sus bases en el mar Negro.
Irán
La caída de Bachar al Asad supone un golpe para Irán y su ‘Eje de la resistencia’ chií, la alianza antiisraelí que le ha permitido extender su influencia en Oriente Medio a través de aliados como Hamás, Hizbulá, los hutíes y milicias iraquíes.
La Siria de Al Asad, miembro de la secta chií alawi, formaba parte importante de esta alianza informal, especialmente porque daba a Irán acceso directo a Hizbulá en el Líbano para el suministro de armas y material.
La caída del presidente sirio, sumado a los golpes que han sufrido Hamás e Hizbulá, debilita a Teherán y reduce su influencia en la región a pocos meses de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca con la amenaza de endurecer las políticas estadounidenses contra el país persa.